El problema didáctico es que el adulto
se empeña en ofrecerles estímulos muy simples con la engañosa finalidad de que
puedan reproducirlos, buscando siempre la acción exterior observable
olvidándose de lo que pueden estar construyendo internamente. Los niños pueden
establecer diálogos “artísticos” en sus propios ritmos de actuación, en las
posibilidades que brotan entre sus diversos deseos de acoplamiento y la
diversidad de posibilidades que la materia que están trabajando les ofrece. (p.23)
De lo anterior se desprende
que, el quehacer educativo en la expresión plástica implica necesariamente una redefinición del trabajo del maestro, de
su formación y desarrollo profesional; un cambio
sustantivo en su tradicional rol de transmisor de conocimientos por el de un profesional que crea y orquesta
ambientes de aprendizaje complejos, implicando a los niños y niñas en la
búsqueda y elaboración del conocimiento,
mediante las estrategias y actividades apropiadas. Ya lo decía Lowenfeld para
que haya niños creativos, necesitamos maestros creativos.
Por ello, Kellog (1984) considera pertinente el docente practique:
1. Su propia sensibilidad para captar los
valores que el medio le ofrece: belleza, armonía, sosiego, paz, bondad. 2. Su
habilidad para situarse en el lugar de los demás; es decir, para lograr una
empatía (ponerse en la situación del que el otro se encuentra). 3. Su capacidad
de comprensión y conocimiento de las necesidades intimas de sus alumnos y del
nivel de las aspiraciones que poseen. (s/p)
Sin embargo, sigue siendo
necesario mantener este esfuerzo ya que aún son muchos los docentes que en la
actualidad continúan encontrando diversos impedimentos en las escuelas al
desarrollar el currículum de expresión plástica, siendo frecuente escuchar a
maestros en ejercicio o a nuestros propios estudiantes, futuros maestros,
haciéndose interrogantes de cómo trabajar contenidos con los elementos plástico
y las técnicas bidimensionales y tridimensionales.
Según
Lowenfeld y Lambert (1992):
Para el niño la expresión artística es más que un pasatiempo, es una
comunicación significativa consigo mismo, es la selección de las cosas y
materiales con las que se identifica de su medio y la organización de todas
ellas en un todo nuevo y con sentido.(s/p)
Por
esta razón, cada niño tiene una forma única de expresión. Por eso, la función
del docente es ayudarle a explorar esa forma, a desarrollarla, no imponerles
modelos de una manera particular de crear, sino facilitar el proceso de
creación propio. En la expresión plástica con los niños, no hay una respuesta
igual, cada niño tiene una respuesta propia para resolver un problema y se debe
estimular a que el niño se haga preguntas a partir de diferentes estímulos y
que llegue a encontrar sus respuestas propias.
Bibliografía:
Fuenmayor, J. (2013). La expresión plástica vinculada con la
creatividad infantil y como apoyo en la formación inicial del docente.
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